jueves, 18 de septiembre de 2008

Salvaje Oeste

Sé que vienen por mí. Los he sorprendido agazapados, acechando desde las alturas, después de todo, este territorio ignoto es suyo. Nos superan en número, conocen el lugar y se mueven con precisión. Tienen comida y agua. A nosotros solo nos queda esperar, hambrientos, sedientos y cansados. Esperar la flecha artera, la emboscada vil. Solo contamos con la fé en el mañana que nos hará dueños de todo esto, como una promesa latente de la tierra prometida. Esperar, ojo avisor y mano en el rifle amartillado. Si tan solo tuviese más municiones... Este permanente estado de alerta nos va a matar.

Wilson viene a avisarme: el ataque es inminente, ¡a sus puestos de combate!. Me arrastro por la hierba, paso los arbustos (¿ésto es un níspero?), pasto, hojas secas, barro. Usaré esta baranda como parapeto. ¿Y si me subo a este árbol? No, sería un blanco fácil, corro mejor a ese taller de madera abandonado... perfecto!. Tengo el rifle en ristre, se acercan, son más de los que esperaba, a caballo, corriendo, tienen armas mortales, pero nosotros también... Al ataque!!!, uno, dos, tres, menos, el pulso no me falla y mi puntería es infalible. Pero son muchos, demasiados, salen de todos lados, corre Ed!, a la retaguardia!, corro con todas mis fuerzas, pero no es suficiente, parece que diera círculos, el enemigo siempre respirándome en la nuca. Disparo sin ver, nueve, diez menos, corro, caigo y me levanto, quince, dieciseis... ahhh!, me alcanzaron en la frente, ahhh, en la pierna, disparo, veinte, veintiuno... Es inútil, me tienen, oscuridad.

Ahora despierto, estoy prisionero, amarrado a un árbol, siento un líquido caliente y viscoso que baja por mi frente. Apenas puedo respirar. Me van a dejar aquí a que muera lentamente, abrasado por el sol inclemente y mordido por insectos mil. Sé que estoy vencido y sin embargo algo me alienta a no rendirme ante mi mismo...

Solo la imagen de ella me puede salvar, esa imagen se acerca, borrosa primero y más nítida después, caminando después de cerrar una puerta hacia otra dimensión. Vacilante, tembloroso, más muerto que vivo solo acierto a decir:

¡Nutita, os inos me han fechaaooooo!

JC.

San Miguel 18 de setiembre de 2008

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