Me dirijo hacia un lugar considerado una de las 7 maravillas del mundo, he oído hablar cosas increíbles y místicas sobre esa ciudad. Ciudad que fue habitada y construida de una forma peculiar por incas. Machu-Picchu, ese es su nombre, en quechua su significado es cima vieja. Hace meses que planificamos este viaje, por fin estoy sentada en el avión, lo tengo todo listo para esta aventura: una buena cámara y lo mejor una magnifica compañía. Por la ventana puedo observar paisajes extraordinarios con una vegetación impresionante, cuando era pequeña lo dibujaba en mi mente, pero nada supera verlo en la realidad. ¡Nunca he visto cosa igual!
Siento que vamos descendiendo, el avión se dispone a aterrizar en la ciudad de Cuzco. Siento que mi corazón en cualquier momento saldrá de mi pecho estoy entusiasmada. Nos disponemos a recoger nuestro equipaje mirando si no nos hemos dejado nada, mirando como curiosos todo lo que nos rodea. Dicen que cuando Cuzco te recibe con lluvia es presagio de buena suerte, y así fue, al poner el primer pie en tierra empezaron a caer las primeras lágrimas emocionadas del dios Inti. Cogimos un taxi que nos llevó al hotel “La posada del abuelo” era un lugar sencillo pero agradable. Dejamos el equipaje en nuestras respectivas habitaciones y fuimos a tomar un mate de coca ya que por el cambio de altitud se recomienda beberlo. Nunca lo había probado, cuando tus papilas gustativas lo sienten por primera vez sientes variedad de colores en tu estomago, se convirtió en costumbre. Visitamos la plaza de armas y la Catedral y hambrientos fuimos a probar alguna especialidad de la sierra.
Al día siguiente cogimos un autobús llamado “combi” que nos llevó hacia Urubamba, y en el transcurso del viaje pudimos apreciar los andes. Una vez llegado a Ollantaytambo, mientras esperábamos el tren hacia Aguas Calientes, conocimos a una anciana cuzqueña (y no me refiero a la cerveza) que nos explicó que en sus 8O años jamás había tenido la oportunidad de visitar Machu-Picchu. Una vez allí, parecía que llovía pero no, tan solo era el sonido del rio Vilcanota y con ganas de explorar el lugar fuimos a pasear por el mercado artesanal donde pudimos comprar recuerdos.
Son las cinco de la mañana, hoy es el gran día. Preparamos nuestras mochilas y cogimos el autobús que nos llevaría a la gran ciudad. Cuanto más nos acercábamos más increíble parecía. Yo estaba allí, mejor dicho, estábamos allí, éramos una misma persona ¡admirando tal maravilla! Cerré los ojos, sentí como mis pies estaban anclados a esa tierra sagrada; percibí la esencia, es como si ya hubiera estado allí. Era una ciudad muy bien construida por la época. Las casas estaban construidas de piedra, los expertos no se explican como pudieron construir tal maravilla, que herramientas pudieron utilizar para tallar la piedra con tal exactitud. El sistema de canalización que atraviesa toda la ciudad es inexplicable, sus campos de cultivo tan simétricamente perfectos. Solo Machu-Picchu sabe la respuesta a todas nuestras preguntas {…} lo único que sé, es que mi sueño se ha cumplido y no solo me llevo el recuerdo, sino también su esencia ...
Siento que vamos descendiendo, el avión se dispone a aterrizar en la ciudad de Cuzco. Siento que mi corazón en cualquier momento saldrá de mi pecho estoy entusiasmada. Nos disponemos a recoger nuestro equipaje mirando si no nos hemos dejado nada, mirando como curiosos todo lo que nos rodea. Dicen que cuando Cuzco te recibe con lluvia es presagio de buena suerte, y así fue, al poner el primer pie en tierra empezaron a caer las primeras lágrimas emocionadas del dios Inti. Cogimos un taxi que nos llevó al hotel “La posada del abuelo” era un lugar sencillo pero agradable. Dejamos el equipaje en nuestras respectivas habitaciones y fuimos a tomar un mate de coca ya que por el cambio de altitud se recomienda beberlo. Nunca lo había probado, cuando tus papilas gustativas lo sienten por primera vez sientes variedad de colores en tu estomago, se convirtió en costumbre. Visitamos la plaza de armas y la Catedral y hambrientos fuimos a probar alguna especialidad de la sierra.
Al día siguiente cogimos un autobús llamado “combi” que nos llevó hacia Urubamba, y en el transcurso del viaje pudimos apreciar los andes. Una vez llegado a Ollantaytambo, mientras esperábamos el tren hacia Aguas Calientes, conocimos a una anciana cuzqueña (y no me refiero a la cerveza) que nos explicó que en sus 8O años jamás había tenido la oportunidad de visitar Machu-Picchu. Una vez allí, parecía que llovía pero no, tan solo era el sonido del rio Vilcanota y con ganas de explorar el lugar fuimos a pasear por el mercado artesanal donde pudimos comprar recuerdos.
Son las cinco de la mañana, hoy es el gran día. Preparamos nuestras mochilas y cogimos el autobús que nos llevaría a la gran ciudad. Cuanto más nos acercábamos más increíble parecía. Yo estaba allí, mejor dicho, estábamos allí, éramos una misma persona ¡admirando tal maravilla! Cerré los ojos, sentí como mis pies estaban anclados a esa tierra sagrada; percibí la esencia, es como si ya hubiera estado allí. Era una ciudad muy bien construida por la época. Las casas estaban construidas de piedra, los expertos no se explican como pudieron construir tal maravilla, que herramientas pudieron utilizar para tallar la piedra con tal exactitud. El sistema de canalización que atraviesa toda la ciudad es inexplicable, sus campos de cultivo tan simétricamente perfectos. Solo Machu-Picchu sabe la respuesta a todas nuestras preguntas {…} lo único que sé, es que mi sueño se ha cumplido y no solo me llevo el recuerdo, sino también su esencia ...
Espero que os guste este texto, esta experiencia me ha permitido valorar aun más mis raices y a mi querida familia. Además, quien no ha sentido estas cosas al ver este hermoso paisaje?!
Como los amaneceres cajatambinos en reunion de toda la familia... La sensación está servida.
Besitos y mucho mucho amooor para todoos!
Desde un rincón de españa, con calor, y al lado de un cholo que se despertó en la madrugada para ver empatar a Perú jajaj
les quiere y extraña;
Janira
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